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El Tesino da rienda suelta a su malestar

Frontera de Chiasso, última localidad suiza antes de pisar suelo italiano. Keystone

En ningún otro cantón suizo la iniciativa ‘Contra la inmigración masiva’ ha obtenido tantos votos favorables como en el Tesino. Las razones: los trabajadores transfronterizos que invaden el mercado laboral y colapsan las carreteras, así como la indiferencia de la Berna federal.

El cantón que limita al sur con las regiones italianas de Lombardía y Piamonte fue el que más votos registró a favor de la iniciativa que lanzó la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora).

Concretamente, el 68,3% de los votantes aprobaron la propuesta que quiere restringir los permisos de trabajo y reinstaurar un sistema de contingentes anuales de inmigrantes. “¿Libre circulación de personas con la UE? ¡Basta ya!”: Así se puede resumir el estado de ánimo que reina en gran parte del Tesino. Una actitud que promulga desde hace veinte años con éxito el partido contestatario Lega dei Ticinesi.

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A diferencia de la Suiza de expresión alemana, donde el aumento de la mano de obra extranjera –por ejemplo de Alemania– y los problemas del encarecimiento de los alquileres o los trenes saturados fueron determinantes en la votación, el debate en el Tesino se centró en los trabajadores transfronterizos que contratan las empresas locales y los autónomos italianos. El texto de la iniciativa de la UDC dice explícitamente que los cupos y contingentes deben incluir a los trabajadores pendulares.

Muchos ‘frontalieri’

En pocos años, el número de frontalieri ha aumentado exponencialmente de 29.000 a 60.000. Y esto en un cantón que tiene 340.000 habitantes. Más de uno de cuatro puestos de trabajo están ocupados por personas que viven al otro lado de la frontera.

Si antiguamente de la vecina Italia solían llegar principalmente obreros, en los últimos años se han sumado muchos dependientes y expertos en informática. Su elevada flexibilidad y buena formación, además de sus modestas pretensiones salariales, convierten a los italianos en una mano de obra muy interesante para el sector terciario.

En los últimos años ha crecido constantemente el flujo de los denominados trabajadores desplazados que pueden trabajar en Suiza durante un máximo de 90 días sin necesidad de solicitar un permiso. Suelen ser fontaneros, albañiles, carpinteros, etcétera, que ofrecen sus servicios a precios con los que el sector local de la construcción no puede competir.

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Miedo a perder el empleo

La actitud del Tesino “nada tiene que ver con estar a favor o en contra de los extranjeros”, según el presidente del Gobierno cantonal, Paolo Beltraminelli, miembro del Partido Demócrata Cristiano y detractor de la iniciativa. Es sencillamente un indicio de los problemas sociales que existen. La evolución económica en el Tesino genera inquietud: muchos temen perder su trabajo.

En efecto, se conocen varios casos de suizos reemplazados en sus puestos por trabajadores transfronterizos (que salen más baratos). Por lo menos en sectores que carecen de convenios colectivos de trabajo que establecen un baremo salarial.

A diferencia de Ginebra o Basilea, dos ciudades grandes que atraen a trabajadores de las vecinas Francia o Alemania, el Tesino forma parte de la periferia de la gran área metropolitana de Milán y la Lombardía, con sus seis millones de habitantes. Y esto lo convierte en un caso singular en materia de trabajadores fronterizos.

Creciente aversión

El dumping salarial y la contratación de extranjeros en lugar de personal local se han vuelto temas recurrentes, entre otras cosas, porque los trabajadores transfronterizos colapsan las carreteras. Debido a la crisis que atraviesa su país, muchos italianos están dispuestos a trabajar por sueldos mínimos en Suiza y recorren muchos kilómetros todos los días.

Lo importante para ellos es que en el Tesino encuentran empleo. Además, las diferencias tienen un peso fundamental. Una dependienta en Lombardía gana al cambio 1.300 francos mensuales (cerca de 1.060 euros), en el Tesino aproximadamente 3.800 francos (cerca de 3.100 euros).

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El politólogo Oscar Mazzoneli está convencido de que esta aversión contra los trabajadores pendulares italianos ha aumentado con la crisis económica y financiera que atraviesa Italia desde 2008. Hay miedo a un contagio de la crisis.

Abandonados a su suerte

Por si fuera poco, los tesineses –que viven al sur de los Alpes–tienen la sensación de que el Estado federal hace caso omiso a sus problemas. El argumento de que Berna no presta atención a las preocupaciones y temores del cantón meridional se ha repetido hasta la saciedad durante las últimas semanas. Y es muy probable que muchos ciudadanos hayan aprovechado la cita en las urnas para lanzar una advertencia.

El sector económico tesinés no lo aplaude. Los empresarios temen los trámites burocráticos que les esperan una vez que se establezcan los cupos y el principio de preferencia por el trabajador nacional. Es más, creen que es contraproducente para el mercado laboral.

Durante mucho tiempo fue un cantón abierto en materia de inmigración que solía votar como la región francófona de Suiza.

En 1970, por ejemplo, el Tesino rechazó la iniciativa popular contra la extranjerización, de James Schwarzenbach, con el 63,7% de los votos. Fue el cantón con mayor oposición a la propuesta, que a escala nacional obtuvo el 54% de votos en contra.

Esta tradición se rompe a principios de los años 1990. En el histórico referéndum de 1992, el Tesino –al igual que la Suiza de habla alemana- se opone al ingreso en el Espacio Económico Europea (EEE) con el 61,5% de votos. La región francófona del país, en cambio, vota a favor de la adhesión.

Desde entonces, en todas las votaciones relativas a la política europea el Tesino ha votado no. No ha digerido los acuerdos bilaterales ni libre circulación de personas entre Suiza y la Unión Europea de 1992. Y siempre ha seguido las recomendaciones de la nacionalista Lega dei Ticinesi.

En septiembre de 2005, el 64% de los tesineses dijeron no a la ampliación de la libre circulación a los diez nuevos miembros de la UE. La mayoría de los suizos (56%) la aprobaron.

En febrero de 2009, el 65,8% rechazaron mantener la libre circulación y extender este derecho a Bulgaria y Rumanía. De los cuatro cantones que se opusieron (Schwyz, Appenzell Rodas Interiores y Glarus), el voto del Tesino fue el más contundente.

La clara aceptación de la iniciativa popular Contra la inmigración masiva, el pasado 9 de febrero, concuerda con el comportamiento mostrado en las urnas en las dos últimas décadas.

No es fácil encontrar personal especializado en el Tesino. Y la hostelería y la restauración dependen casi exclusivamente de la mano de obra extranjera. “Lo único cierto ahora es la incertidumbre”, afirma preocupado Luca Albertoni, el director de la Cámara de Comercio del cantón.

Albertoni confía en que al establecer los contingentes no se meta en el mismo saco a todos los grupos de extranjeros – domiciliados, fronterizos, solicitantes de asilo.

Temores en Italia

Alarmados están también los italianos que cruzan a diario la frontera para trabajar en Suiza. Muchos creen que la gente solo los ve como un problema. Y, sin embargo, de no ser por ellos, se paralizaría una gran parte de la economía tesinesa.

“El resultado de la votación es preocupante”, declaró Massimo Nobili, el presidente de la provincia italiana Verbano-Cusio-Ossolla. “Va a invalidar tratados internacionales y crear un precedente peligroso, porque puede contribuir a que salte por los aires una visión europea basada en la abolición de las fronteras”.

Y el presidente de Lombardía, Roberto Maroni, uno de los principales dirigentes de la Liga Norte, anotó que existe un margen de maniobra para rebajar la carga fiscal a las empresas italianas y evitar que se muden al extranjero.

Mientras el mundo económico y los políticos italianos lamentan el veredicto de las urnas, para el diputado de la Lega dei Ticinesi, Lorenzo Quadri, constituye un “triunfo” y su partido espera que la voluntad popular se traduzca pronto en hechos: “La primera medida debe ser la introducción de contingentes para los trabajadores transfronterizos y los patroncitos” (trabajadores autónomos).

Traducción del alemán: Belén Couceiro

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