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Ginebra, pionera en los “corredores biológicos”

La presencia de venados cerca de las ciudades evidencia los esfuerzos de cohabitación entre el hombre y la Naturaleza. Keystone

El crecimiento de la vida urbana pone en riesgo la biodiversidad. Conscientes de ello, Ginebra y Francia crean “corredores biológicos” que buscan proteger a las especies que habitan su zona fronteriza. Un proyecto que podría ser un modelo para Europa.

Las luces de Ginebra proyectan sus destellos sobre un cielo nocturno despejado.  En la autopista, los automóviles son luciérnagas que avanzan con agilidad. La paz del campo de Sauverny, cercano al centro de Ginebra, solo es perturbada por el zumbido de un avión que surca el cielo.

El todoterreno en el que avanzamos zigzaguea parsimonioso entre las tierras agrícolas y los campos que las circundan cuando, súbitamente, un rayo de luz ilumina el campo frente a nosotros.

“Ahí están, son… 6, 7, 8, 9, 10. Hay algunos más atrás”, dice Didier Dubelly, conductor y guardabosque local, quien ha dirigido su lámpara hacia un grupo de venados. “Aquel es un macho, se le conoce por la forma altiva en la que se erige”.

Deslumbrados por los destellos, los ciervos cesan de comer y nos observan en completa inmovilidad. Luego, la luz de Dubelly se extingue y continuamos  nuestro safari por el Serengeti ginebrino.

Esta es la primera noche del conteo de venados que se realiza anualmente en la zona de Ginebra, área que comprende también al cantón de Vaud y a la región francesa del Jura.

“Existen alrededor de 40 o 50 corzos viviendo a unos 15 kilómetros del centro de la ciudad”, explica Aline Blaser, jefa del proyecto del corredor biológico de Ginebra.

“Antes, acostumbraban migrar de forma sistemática entre el lago y las montañas del Jura, pero desde hace algún tiempo algunos se quedan permanentemente en las llanuras”, detalla.

La presencia de estos animales tan cerca de la ciudad es producto de decisiones que fueron tomadas hace 30 años y un ejemplo evidente de los esfuerzos actuales para mejorar la cohabitación entre el hombre y la Naturaleza.

Sin embargo, mantener una convivencia así de cercana no es una tarea sencilla. En esta pequeña franja en la que viven los venados, que combina bosques y tierras agrícolas, se siente de forma constante la presión que imponen el crecimiento urbano, los cazadores ocasionales y los automovilistas.

La creación de nuevas rutas de acceso, las viviendas -y en el caso particular de Sauverny, también la existencia de un campo de golf y de granjas de caballos y búfalos- son un obstáculo para aquellos animales que requieren desplazarse para encontrar comida, descansar, reproducirse y conquistar nuevos territorios. Los venados, por ejemplo, son grandes consumidores de alimento y frecuentemente se escuchan las airadas quejas de los agricultores y los guardabosques por los banquetes que se han dado con los cultivos o los retoños de los árboles.

“Ginebra es mosaico increíble de diminutos territorios repartidos en el cuenco que existe entre las Colinas de Salève y las montañas del Jura”, continua Blaser, “y nosotros buscamos preservar las conexiones que aún quedan para el paso de los ciervos”.

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Los pioneros

Los esfuerzos para facilitar los desplazamientos y preservar a los venados de la región comprendida entre Versoix y el Jura son parte de un proyecto iniciado en 2007, que desembocó en la creación de los primeros “corredores biológicos” destinados a proteger la biodiversidad y a mejorar la interacción entre los  hombres y la naturaleza.

Actualmente, de las 15.000 especies que están censadas en Ginebra, un 30% está en peligro (unas 4.500) a causa del desarrollo urbano. Ginebra ha sido pionera en materia de protección al crear una Ley de la Biodiversidad cantonal que busca justamente mejorar la convivencia entre la naturaleza y la ciudad.

Adicionalmente, durante los últimos cuatro años se realizaron los estudios y consultas necesarias para conseguir que se firmaran –en noviembre del 2012- los acuerdos necesarios para establecer los primeros dos –de un total de ocho- “corredores biológicos”. En el proyecto integral, cuatro de los corredores bordearán el lago Leman desde Coppet hasta Hermance.

Suiza y Francia esperan que estos corredores sirvan como modelo para el resto de Europa.

Sara Pearson, encargada de la estrategia suiza de biodiversidad en la Oficina Federal de Medioambiente considera que el proyecto integral es muy importante porque se desarrollará en uno de los ejes que son fundamentales para asegurar el tránsito de la fauna entre el Jura y los Alpes.

Aunque Basilea y el Tesino también son regiones altamente urbanizadas, añade,  Pearson, Ginebra comparte 103 km de frontera con Francia y solo 4,5 km con el resto de Suiza, así que era muy importante poner especial énfasis en las especies que son comunes también en Vaud y del otro lado de la frontera de Francia.

“Puente biológico”

Los dos primeros corredores biológicos –que tendrán un valor de 20 millones de francos suizos (21,1 millones de dólares)- deberán estar listos para finales del 2017 y buscan proteger a un total 100 diferentes especies.

Uno de los proyectos más espectaculares lleva por nombre “Puente biológico”, ya que se desarrollará a lo largo de autopista A40 –una ruta de gran acceso- y de una línea de tren, y deberá establecer las condiciones necesarias para que la fauna pueda atravesar sin riesgos.

Otras medidas prevista incluyen la limpieza de algunos cursos de agua y la apertura de otros nuevos y el establecimiento de lo que se conoce como ‘bandas de interconexión’, zonas de setos y pequeños bosques colindantes con las tierras cultivables –o en sustitución de éstas- para facilitar la vida animal.

Los expertos medioambientales está convencidos de promover la creación de ‘zonas de relevo’, es decir, de tierras cultivables que durante algún tiempo se dedican a facilitar el desplazamiento de la fauna, una iniciativa que también reviste interés para algunos agricultores porque recibirían una recompensa financiera por mantener la calidad ecológica de sus tierras durante un periodo de seis años.

Y existe también una idea mucho más controvertida: las “líneas nocturnas”, que serían corredores oscuros que permitirían el desplazamiento de los animales a partir de una estructura que iría apagando y enciendo luces para redirigir a la fauna hacia los lugares más propicios para su desarrollo.

Durante los últimos 20 años, alrededor de 11 hectáreas de tierras cultivables se han perdido a causa de la expansión urbana, esto equivale a 1,3 m2 por segundo.

Alrededor de 25% de los 65.300 kilómetros de arroyos y ríos que existen en Suiza están fuertemente dañados. Los más afectados se localizan en la zona central del país. Y debido a lo anterior, las praderas y pastos secos se han reducido entre 30 y 40% desde 1970. Por otra parte, otro 50% de las corrientes acuíferas se halla en una situación satisfactoria.

Actualmente, Suiza cuenta con unas 50.000 especies distintas. Un 20% de ellas está bajo supervisión y de este último grupo, una tercera parte está abiertamente en peligro.

No obstante, los métodos de conservación y las reformas legislativas que han tenido lugar desde 1999 han permitido mejorar la situación de algunas razas y especies.

Plan de acción suizo

Mientras Ginebra trabaja en sus proyectos fronterizos, está en marcha un proceso de consulta a nivel nacional que deberá traducirse en un  Plan Estratégico de Acción para la Biodiversidad, una iniciativa que ya recibió el apoyo del gobierno en abril del 2012.

“Ya tenemos la infraestructura carretera, ahora necesitamos una infraestructura ecológica que asegure (a la fauna) una conectividad y permeabilidad en todo el territorio”, declaró Pearson y precisó que en Suiza existen actualmente 303 corredores para la fauna, pero solo 20% de ellos pueden ser utilizados sin restricción para el desplazamiento de los animales. Actualmente, está previsto renovar 51 de ellos.

La Oficina Federal de Medioambiente busca cooperación con otras regiones para realizar esta tarea, pero por el momento no existen más iniciativas además de las de Ginebra.

“Suiza es una gran cruz que va de San Gallen a Ginebra, y de la región del Jura a los Alpes”, afirma Pearson, “y realmente debemos asegurar que el intercambio de los animales tenga lugar o terminaremos con problemas de endogamia; las poblaciones se volverán más pequeñas y aisladas, y la supervivencia de las especies se pondrá en riesgo”.

Traducción, Andrea Ornelas

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