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Papa critica en Vilna a quienes “expulsan a los otros” y alaba la tolerancia lituana

El papa Francisco pronuncia un discurso en Vilna, el 22 de septiembre de 2018 afp_tickers

El papa Francisco, recién llegado este sábado a Vilna en la primera etapa de una gira de cuatro días por los países bálticos, criticó sin nombrarlos a aquellos países que “expulsan a los otros”, en referencia a la llegada de migrantes a Europa.

El sumo pontífice puso a este país de mayoría católica como ejemplo ante la comunidad internacional y, especialmente, ante la Unión Europea.

Sus declaraciones, pronunciadas en Europa del Este, parecían estar dirigidas sobre todo al grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), cuyas autoridades no quisieron acoger en su territorio a los refugiados y los migrantes económicos llegados en masa a Grecia e Italia.

En un discurso ante las autoridades lituanas y el cuerpo diplomático, Francisco aludió a “las voces que siembran división y enfrentamiento”, instrumentalizando la inseguridad o los conflictos, o que “pregonan que la única manera posible de garantizar la seguridad y la subsistencia de una cultura nace buscando eliminar, cancelar o expulsar a las otras”.

En este sentido, añadió: “Vosotros lituanos tenéis una palabra autóctona que aportar: ‘albergar las diferencias’. Por medio del diálogo, de la apertura y la comprensión estas pueden convertirse en puente de unión entre el oriente y el occidente europeo”.

“Este puede ser el fruto de una historia madura, que como pueblo ofrecéis a la comunidad internacional y en particular a la Unión Europea”, afirmó el papa.

También hizo alusión a uno de los principales problemas de los países bálticos, la emigración de los jóvenes, e invitó a los lituanos a “prestar especial atención a los más jóvenes, que no solo son el futuro, sino el presente de esta nación, siempre y cuando permanezcan unidos a las raíces del pueblo”.

– Junto a los jóvenes –

La tarde del sábado, Jorge Bergoglio se reunirá con jóvenes en la plaza de la catedral de Vilna, que fue cerrada a público durante la ocupación soviética.

Lituania, junto con los demás países bálticos, ha experimentado un rápido crecimiento económico, pero ello ha conllevado la aparición de las desigualdades sociales, del alcoholismo y, sobre todo, del deseo de emigrar de generaciones enteras de jóvenes.

Al recibir al papa, la presidenta Dalia Grybauskaite le agradeció la visita a Lituania en el año en que se cumple el centenario de su independencia y recordó que el Vaticano, uno de los primeros en reconocer el Estado lituano, nunca aceptó la ocupación por la URSS, “una promesa de libertad y una esperanza que se vieron satisfechos”.

El domingo, el papa visitará el museo de la Ocupación y la Libertad Religiosa para conmemorar junto con la comunidad judía el 75º aniversario del cierre del gueto de Vilna, que supuso el exterminio de casi todos los judíos de la ciudad.

Hasta 1940, en Lituania residían más de 200.000 judíos y Vilna era apodada la “Jerusalén del Norte”. Los judíos fueron exterminados durante la ocupación nazi entre 1941 y 1944.

El lunes, el papa irá a Letonia, un país de mayoría protestante, y el martes a Estonia, considerado el país más ateo del mundo.

El viaje a los tres países bálticos coincide con el centenario de su independencia, obtenida al final de la I Guerra Mundial y marcada luego por la invasión nazi y casi medio siglo de ocupación soviética.

Lituania fue la primera república soviética que se declaró independiente y forma parte desde 2004 de la Unión Europea y de la OTAN.

Con 3,2 millones de habitantes, ha perdido un cuarto de su población, un goteo continuo que amenaza su futuro, sobre todo por la emigración de jóvenes con formación.

Este es el 25° viaje internacional del papa latinoamericano, y se prevé más tranquilo que el realizado en agosto a Irlanda, un país herido por los abusos cometidos por décadas por el clero.

Francisco se encuentra en el ojo del huracán tras las acusaciones de un prelado italiano de encubrir al cardenal estadounidense Theodore McCarrick, destituido en julio de su ministerio por abuso sexual.

Presionado por muchas sectores para que se defienda de esas acusaciones, el líder de los 1.300 millones de católicos no ha querido quebrar el silencio sobre ese tema.

Paralelamente, Francisco está empeñado en la limpieza de la Iglesia chilena, azotada por las denuncias de abusos sexuales a menores. Antes de partir de Roma cesó a otros dos obispos de ese país para un total de siete desde mayo pasado.

El tema sigue pesando sobre el pontificado, ya que el martes, último día de su viaje, será divulgado un informe oficial de la Iglesia alemana, que según adelantos de la prensa calcula que al menos 3.677 niños fueron víctimas de abusos sexuales cometidos por 1.670 curas entre 1946 y 2014.

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